miércoles, 22 de septiembre de 2010

sway

Estaba empapada de sudor. El calor no nos había dejado descansar en dos días y, según ese hombre de la televisión, iba a durar otro par más. Los niños jugaban en el jardín saltando sobre el aspersor. Los oía desde el salón. A ellos y a los hijos de los vecinos que se habían unido a la fiesta mientras su madre iba a no sé qué recado. Tenía la falda pegada a las piernas y casi podía oler el sudor de mis axilas. Moví el vaso que tenía la mano (siempre me ha gustado el repiqueteo de los hielos sobre el cristal) y apuré el último trago de zumo de naranja con un chorrito (o más) de vodka. Me serví más (esta vez el chorrito de vodka llenó algo más el vaso). Puse la radio y me dejé caer sobre el sofá. Pensé que deberíamos cambiar la tapicería. Conseguí limpiar la mancha del helado de chocolate que se le cayó a Virginia pero me cansaban esas flores. Flores para aposentar el culo. No tenía jarrones con flores frescas y las teníamos pintadas para sentarnos encima (y para un par de polvos que echamos nada más instalarnos aquí). Julie London comenzó a susurrar una canción. Bebí de un trago todo lo que quedaba en el vaso y cerré los ojos. Quería oír el ruido de las gotas del aspersor. Los pies de los niños cayendo sobre el césped mojado. El ventilador del techo removía el calor y el sudor. Y Julie escupía su aliento sobre el micrófono. Imaginé que estaba en una vieja barca (tapizada de flores, pero una barca) que me mecía de un lado a otro mientras desde el puerto se oía un concierto, las gotas eran provocadas por la barca al romper el agua y el calor era de un sol redondo y perfecto que por la noche pasaría a ser una brisa fresca. Me acomodé en mi barca y noté la presión de mis muslos bajo mi vientre. Una presión perfecta en el lugar perfecto. Mi barca de flores era pequeña pero seguí moviendo mis piernas, mis muslos, de un lado a otro siguiendo el balanceo del mar. Al poco, ahogué un gemido mordisqueando los cojines. Abrí los ojos y salí de mi barca. Mis muslos estaban empapados de sudor y del grito ahogado en el cojín. Fui a ducharme y cambiarme de ropa. Decidí que prepararía guiso de carne para cenar. A mi marido le gustaría.