- ... Los mejores pinchos de tortilla son los de las cafeterías de los hospitales. No me lleves la contraria. Lo he aprendido a base de enfermos, muertos y pinchazos. Empecé mi recorrido hospitalario muy pronto. Demasiado. Mi abuelo no había abierto los ojos en dos días pero se despertó al escucharme. Murió a la mañana siguiente. Desde entonces el olor a muerte se me hizo familiar. Y es que la muerte huele a violetas, y Violeta es cómo me llamo. Todo enlazado. Después vinieron más abuelos, la enfermedad de Rosa, la de papá… y en plena adolescencia acabé ingresada en la unidad de psiquiatría del hospital que está a dos manzanas de aquí. Pero bueno, ya lo pasé. Ahora ya no me meto los dedos en la boca para vomitar. Ahora me meto cigarros en la boca, que también matan, pero más lento. Y además queda de puta madre verme entre humo, ¿a qué sí? Ah, además mi compañera de piso estudia enfermería y estuve enrollada con un residente de cirugía. Así que sí, te lo aseguro. Para mí, los mejores pinchos de tortilla son los de las cafeterías de los hospitales. – Respiró, dio una calada al pitillo. Entonces me miró directamente con sus ojos entre humo verde y ojeras y me taladró con sílabas – Y bueno, ¿vas a hacerme sentir viva o no?
Y además queda de puta madre verme entre humo, ¿a qué sí?
ResponderEliminarY bueno, ¿vas a hacerme sentir viva o no?
partes favoritas
chica azul entre espejos y dos secretos.
Claro que la iba a hacer sentir viva, claro que sí.
ResponderEliminarSe nota que no vive con la enfermera de mi piso. Nunca va a clase...
ResponderEliminarMe gusta mucho... :) Cómo se nota que es una pincelada de la realidad. ;)
ResponderEliminarMirna
Me ha encantado
ResponderEliminarY, por favor, nada de tortilla.
ResponderEliminarun miau
en el zumo
que familiar me ha sonado
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