jueves, 14 de enero de 2010

Atención: estación en curva. Al salir, tengan cuidado para no introducir el pie entre coche y andén.

Hoy la he vuelto a ver. Estaciones diferentes. Pasillos diferentes. Horas diferentes. Pero siempre termina encontrándome. Está en un rincón. Con su pelo rubio y cardado Lansbury. Sus ojos remarcados con lápiz azul. La blusa de flores desgastada.

De los altavoces salen los ruidicos que recuerdan a feria, a organillo infantil y a los 80. Ella maúlla besando el micrófono. Deja el pintalabios rosa, comprado en el mejor chino del barrio, escupido en la cabeza del micro. Sigue recitando sus frases indecibles. Agita el brazo izquierdo a la vez que su lengua. Sonríe al que pasa. No entiendo qué canta. Creo que ni ella lo sabe. Pero sé que se cree Blossom Dearie mientras desde megafonía piden perdón por el retraso en la línea 1.

Desde el andén escucho sus maullidos. Casi la veo. Pequeña, encogida en su esquina agarrando con fuerza el micrófono. Colocada frente a las escaleras, quiere ser Norma Desmond pero su disfraz es demasiado barato. Clin, clin. Monedas sueltas. Un “grasias” salivado al micrófono. Aliento a regaliz. La diva crece. Maullido más alto. Y mi próximo tren, 1 minuto.

2 comentarios:

  1. Su imaginación es lo que tiene ... puede ser quien quiera ... clin, clin ... las estrellas tintinean por ella! Muacc

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  2. "Y lo dejo pasar, me dejo pasar. Los niños esperan en casa y yo allí plantado, observo a la mujer rubia de mirada aleatoria. De repente se fija en mí, sonríe, sonreímos. Quizás sea más Norma Desmond que nunca, o quizás yo nunca he sido menos elegante que ahora. Qué importa, no puedo dejar de mirarla. Y mi tren hace rato que serpentea por la ciudad sin luces."

    (me ha apetecido seguir)
    ¡miau!

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Garabatea con colores.