lunes, 18 de enero de 2010

lluvia en las gafas

Me gusta que no sepas cantar. Y que no te apañes con los ordenadores. Me gusta que frunzas el ceño cuando duermes. Y que seas un maniático de los sabores. Que pongas esa cara cuando te pido que cuides al cruzar y que por las mañanas tu lengua esté bañada en café.
Hemos recordado miles de veces el día que nos conocimos. Llovía tanto que tenía hasta las bragas chipiadas. Me había olvidado el paraguas en ese restaurante de Goya. Nos presentó Jorge, justo antes de marcharse a Bruselas. Hemos hablado de ese día y de esa lluvia, de esos charcos, miles de veces. Pero creo que tú ahora recordarás este día, este hoy. Cada minuto. Con cada gota, porque hoy también llueve. No sé si me acostumbraré a verte así de pequeño. Así de lejos. Pero quiero que cantes mal, como a mí me gusta. Y que sigas frunciendo el ceño al dormir. Y que llegues a despertar a otra con un beso de café con leche. Y aunque ya no te lo diga ni me pongas esa cara, ten cuidado al cruzar. Yo siempre lo he tenido, pero hoy se me ha olvidado mirar. Y ahora mi mañana siempre será este hoy.
Recoge mis gafas, siguen en la acera.

* chipiau, -ada. a. (Aragonés): mojado, empapado, generalmente por la lluvia.

6 comentarios:

  1. Oh. (y ahora qué más digo yo, ¿eh?)

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  2. Entrañable ... siempre me ha gustado la lluvia, se siente! Muacc

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  3. Qué bonito... a pesar de triste.
    Detesto las historas y finales tristes, y sin embargo con este, me has hecho sonreír.

    Muá.

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  4. pero como em mola lo que escribes
    besos desde tierras inglesas
    te adoro
    cristris

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  5. Ya os he visitado en vuestras páginas pero gracias. Gracias por pasar por aquí.

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Garabatea con colores.