lunes, 8 de febrero de 2010

con la cara lavada

Acabé diciéndote guarradas al oído. Pegada a tu oreja recordé lo que me gusta tu sudor. Y a ti el mío y también el tuyo. “Es algo animal”.

Fue el día que enterraron a mi abuelo y me fui a emborrachar para poder llorar sin vergüenza. Te esperaba en la barra del bar al que ibas siempre, con dos whiskys y la cara lavada.

En tu casa me olisqueaste la nuca. Y yo acabé diciéndote lo que nunca me había atrevido.

4 comentarios:

  1. eso provoca lo mismo que te deja llorar sin vergüenza..

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  2. Puede que en el fondo lo de llorar sin vergüenza fuera una excusa.

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  3. Franelí, Eterna, muchas gracias chicas. No sé si fue el alcohol o las ganas guardadas, pero ella pudo escupir lo que quería.
    LuLú, muchas gracias. El placer es mío. Espero seguir viéndote por aquí.

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Garabatea con colores.