jueves, 12 de febrero de 2009

en la boca

Carnation Lake siempre decía que tenía nombre de blues. Pero en realidad sus padres no pensaron que poniendo ese nombre su hija iba a ser una niña de mirada triste y caminar lánguido. Carnation vivía en medio de la nada. No como algo metafórico. La nada en su precioso y triste sentido. La pequeña gran casa se hacía minúscula en medio de la inmensidad del casi desierto y se perdía en el frío blanco de enero. Carnation siempre recordaría mucho tiempo después, perdida en un desierto de taxis y ruido, el plic plic plic de lluvia machacando la chapa del tejado. La del nombre azul pasó la infancia entre cuentos de princesas, cortes de luz, olor a estufa y manos húmedas de hierba. Le gustaba sentarse a leer entre el trigo de su padre y esperaba que a las ocho en punto su madre le peinase durante exactamente ocho minutos. En su último artículo (firmado como siempre con su apellido de soltera, Lake) Carnation habló del día en que sus padres quitaron todos los cuadros de la casa para que ella y sus hermanos empapelasen todo con sus dibujos de colores. “El momento más feliz de mi vida ocurrió un 15 de mayo (año inexacto). El autobús del colegio nos dejó en casa…”, escribió C. Lake. La mujer de ojos tristes y maneras lánguidas ahora prepara un nuevo cachito de vida. Su gran anécdota. El cómo consiguió que su ahora marido y único amor le pidiera pasar con ella el resto de sus días y orgasmos. Ya ha redactado la primera línea: “Me masturbo pensando que te corres en mi boca”.

1 comentario:

Garabatea con colores.