martes, 10 de marzo de 2009

un comienzo

Se guardó el olor a calefacción en la maleta, que sabía que ahí sólo habría aroma a leña húmeda. Entre las camisetas puso el sabor del Mocca Blanco del Starbucks. Y entre las bragas escondió prisas mal medidas. Antes de irse, Maar cubrió con sábanas absolutamente toda la casa. Desde los suelos hasta el techo. Que las semanas podían mutar a meses, como siempre pasaba.
Él ya le esperaba en el coche pero Maar bajó con calma los escalones, marcando en las baldosas sus pasos seguros. Metió en el maletero las dos bolsas, el maletín, las maletas, la caja de los sombreros y la nevera de camping. Con ella se llevó un libro que apoyó en sus piernas y los nervios encajados en las entrañas. Sabía que él había fumado, el muy tontaco no había ventilado el coche, pero prefirió callarse y compartir su secreto con el aire viciado. Se abrocharon el cinturón y comenzaron el viaje.
Llegarían en dos horas y treinta y cinco minutos (más los quince minutos que pararían en el área de servicio) pero a Maar ya le parecía sentir el frío de su bosque en los pies. Ella tenía el alma revuelta y él, unas ganas locas de quitarle con caricias briznas de hierba del pelo…

4 comentarios:

  1. Enganchaos quedan tu azul azulejo y mi rojo ingrávido :)

    Nasnoches...!

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  2. Le saldrá flores de debajo de las bragas. Que sí.

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  3. Y jugarían en la hierba hasta que se mirasen a los ojos y el tiempo dejase de existir.

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Garabatea con colores.