martes, 5 de mayo de 2009

ella

Le pidió los zapatos rojos a ella. Se tragó la vergüenza con un buen trago de whiskey, solo y con mucho hielo. Porque adoraba esos zapatos rojos. Y porque el número de pie era prácticamente lo único que compartía con su hermana. Que una había nacido pelirroja y la otra casi albina, que una era baja y la otra una espiga, que una agitaba el aire con sus caderas y a la otra se le escapaban las puntas de los huesos. Pero ya no importaba. No, ya no.
Ya no lloraba cada vez que oía el comienzo de Heartbeats. Ni se mordía las uñas. Ni le temblaba la pierna mientras removía el café. No, ya no. Ahora tomaba baños de sol cada mañana, follaba sin complejos y se había amputado el pelo porque ya no tenía miedo de enseñar la cara. Así que pedir esos zapatos relucientes, los de tacón fino, los de color amapola, era un paso más en su catarsis.
Se puso ante ella, la meta que quiso y no pudo alcanzar, la carrera que le venció. Arrugó la barbilla. Y le pidió los zapatos rojos entre aroma a whiskey y la lengua fría de hielo.
Ella sonrió y abrió su dentadura jodidamente perfecta. Sus enormes ojos azules chispearon alrededor de esa nariz respingona. Caminó con su puta elegancia innata hasta el armario perfectamente ordenado y le acercó los zapatos rojos. Limpios. Relucientes. Guardados entre papeles blancos de seda.
El whiskey le subió hasta la boca y, junto a la bocanada de alcohol, la presa que contenía (durante demasiado tiempo) a su furia reventó.
Los zapatos volaron directos a esa nariz respingona. Se marchó escuchando el soniquete de su quejido. Ni siquiera vio cómo le sangraba la nariz. Porque le picaban los ojos, lloraba alcohol y sal.
Nunca le sentaba bien el whiskey solo (y con mucho hielo). Ya lo sabía.

3 comentarios:

  1. calza perfecto.
    la hermana se lo merecía; que no la pille de nuevo con whisky -y mucho hielo-.

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  2. Y, sin embargo, cuando descubrió, semanas después, la nueva nariz que destrozaba lo que había sido su hermana, se dio cuenta de que realmente se había destrozado a si misma, y que aquella secuela le dolería como una herida dentro del alma, sin cicatrizar, para siempre.


    un miau rojito :)

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